Probablemente, quien sabe, les pase lo mismo que a mi,en esas noches de madrugada.
Cuando el sueño parece no querer llegar, al menos yo, me aferro a mi ventana favorita, inspirando la gélida piel nocturna con música lenta en mi oídos y cancerígenos cigarros en mi ser.
Me agujereo, cual polilla, el alma y sin pensar en nada me quedo ahí, mirando pasar el letargo del oscuro cielo.
Disfrutando el instante, el momento.
Inhalando olor a excesos, porque la noche es para eso, para el vicio y no para el sueño.
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