lunes, 28 de marzo de 2011

Murmullos de silencio.


Las reglas se rompieron sobre mi cabeza sin apenas darme cuenta,de pronto, y para variar, deje de tener el control de nada.
La nada me controlaba.
El todo, una vez mas, me abandonaba dejandome a merced de la ondulaciones del deseo, del querer.
Del no poder.
Maldita seas nada,
de ti siempre enamorada.

jueves, 24 de marzo de 2011

No.

Nada existe.
todo es relativo,

ni tu ni yo volvimos
no vivimos

Nada existe
todo es relativo

Tampoco estas muerto
no existe cielo
ni infierno
no hay fantasmas
ni amistad
ni amor
ni perdon

Simplemente, no existimos.


lunes, 21 de marzo de 2011

Dias de guerra.

Abriendo lentamente los ojos, despierta.
Aun aturdida por la luz del sol, que le ciega, empieza a percibir poco a poco, con mayor intensidad lo que le rodea, como aun sumida en el sopor de un sueño.

Las cortinas están abiertas, ellas son las que permitían el paso de la suave brisa,  que timidamente entraba sin hacer ruido, llenando la habitación de un frescor atípico de la época.
Los pajaros se oyen a lo lejos, cantando versos de algún poeta caído, entonando baladas como dulce despertador.

Despertador, tic tac tic tac...
Se escuchaban a los brazos del tiempo meciendo los segundos... tic tac tic tac
Las 11 y media, y los minutos seguían corriendo lento mientras ella parpadeaba.
                    
Un escalofrío, así, de pronto , sin avisar, como si fuese un descuido incontrolable de su cuerpo.
Sin embargo  ella había notado tras de sí, vapor, justo en su nuca.
Se giró lentamente, aun casi soñando.
Se giró y le vio.
Un suspiro de aliento de haber tropezado entre pesadillas, de correr entre sueños, de seguir en ello.
Le vio y observo poco a poco su cuerpo yaciendo desnudo a su lado.
Respiraba, tranquilo, divagando dormido, con la convicción de que aun no tenia que despertar, guardando para si ese brillo en los ojos que tanto le gustaba a ella.
Su pelo oscuro, despeinado de despeinarla, sus suaves manos aun rodeándola, aquella puta cicatriz que tanto odiaba...
Y sus pies, sus malditos malditos y congelados pies que buscaban incesantemente el calor de aquellas sabanas prestadas, o el ardor de aquella piel de un cuerpo curvilíneo que esa mañana le acompañaba.


Ella le miraba y sonreía llenandose de dichosa plenitud por el hecho de que el siguiese allí.
Después de tantos años, de tantos gemidos y luchas, después de esperar tanto y rezar cada día aun dios en el que ya no creía.
Después de la guerra volvió solo para estar con ella.
Sonreía viéndole dormir, todo su cuerpo clamaba de pura felicidad y decidió que era mejor no pellizcarse por si ella también soñaba, por si seguía dormida, pues no quería despertar y verse sola en la cama con el zumbido de las bombas entrando por la ventana.