jueves, 21 de octubre de 2010

Fue al principio, como siempre en mis largas relaciones, solo al principio cuando me incomodaba su presencia y la deje allí, sin apartarla de mí por pura pereza.

Odiaba que se presentase sin avisar, que nunca quisiese conocer a mis amigos, a mi familia.
Pero me gustaba porque cada noche me hacía el amor y me decía que siempre que me dejasen sola, ella aparecería para arroparme, para darme el beso de buenas noches que alguno se olvidó de darme.

No importaba lo mucho que corriese, lo alto que volase, no importaba si apagaba el teléfono o el ordenador, siempre me encontraba.
Me agobiaba pero solo la tenía a ella.

Y por la noches gritaba su nombre, Soledad, Soledad… gritaba mientras ella en sueños volvía a despertarme, a amarme, a devorarme.
Aullaba su nombre y lo susurraba para sentirla más cerca, para hacerla más mía de lo que ya era.



P.D: Nada nuevo aun.

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